Ludwig Köchel fue un científico y abogado austriaco que se ganó la vida estudiando plantas y minerales por toda Europa y el norte de África. Pero si ha pasado a la historia no ha sido por su labor científica ni docente, fue tutor de los hijos del archiduque Carlos de Austria, sino por su pasión musical. Sobre todo, por Mozart.
En 1862 publicó un listado con todas las obras del compositor salzburgués, ordenadas de forma cronológica, desde la número 1 hasta la 626, su Réquiem inconcluso. El autor no partía desde cero, porque Leopold, el padre de Mozart, ya había realizado un listado parcial con las obras de su hijo. La repercusión del inventario de Köchel, que ocupaba más de 500 páginas, ha llegado hasta nuestros días y al número de catálogo de las obras de Mozart le antecede una K, o KV, en honor a Ludwig Köchel. Su apellido quedó unido de esta manera al de su compositor favorito.
A partir de estos números K, y de una sencilla fórmula aritmética, es posible conocer de forma aproximada qué edad tenía Mozart cuando compuso cada una de sus obras. Para ello, no hay más que dividir el número Köchel entre 25 y sumarle 10.
¿Validamos la formula? Para ello partiremos de las obras con número de köchel múltiplo de 100 y compararemos la edad real y la estimada.
K 100: 13 años reales vs 14 años según la fórmula. K 200: 17 vs 18. K 300: 22 vs 22. K 400: 25 vs 26. K 500: 30 vs 30. K 600: 35 vs 34.
¡La fórmula funciona!
La clave de esta receta mágica se debe a dos factores. En primer lugar, a que la edad en la que Mozart empezó a componer de forma constante fue a los 10 años, si bien en sus primeras obras tenía tan solo 5. El valor 10 del sumando en la fórmula es precisamente por la edad.
Y en segundo lugar, por la gran productividad y constancia en su labor creadora. Mozart compuso mucho, durante toda su vida. Nunca dejó de hacerlo. Así que, si en su catálogo hay unas 600 obras, que escribió durante 25 años, entre los 10 y los 35 años, edad de su muerte, es probable que cada año compusiera, más o menos, el mismo número de obras. Esos 25 años establecen el divisor de la fórmula.
Resulta complicado aplicar un método similar a otros compositores. En un catálogo como el de Chaikovski, por ejemplo, con 80 opus, y de obras más largas, es difícil que los años sean tan regulares, desde un punto de vista cuantitativo. En otros catálogos, como el BWV de Bach, directamente es imposible, ya que las obras no están catalogadas por fecha de composición sino por tipo de obra: cantatas, oratorios, misas…
El catálogo de Köchel ha sufrido diversas revisiones desde su publicación hace más de siglo y medio, incorporando nuevas obras descubiertas de Mozart o quitándole la paternidad, si se ha descubierto al verdadero autor. Para tratar de mantener el orden original planteado por Köchel, estos cambios se traducen en la asignación de letras al final del número de catálogo, como su famoso concierto para flauta y arpa, denominado ahora como K. 299/297c.
Por ello, y pese a los cambios, la fórmula sigue siendo válida hoy en día.
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