Recitativo, ¿seco o acompañado?

A todos nos encantan las arias, pero con ellas la historia no avanza.


Recitativo, ¿seco o acompañado?
Los Cuatro Evangelistas - San Lucas (Sebald Beham)

A todos los aficionados nos embelesan las arias de ópera donde los cantantes dan buena cuenta de sus emociones. Pero estos pasajes tienen un problema: ¡la historia no avanza! Por no hablar de que a veces es imposible, con tanta coloratura, entender lo que dicen.

A finales del siglo XVI, en la toscana italiana, un grupo de intelectuales se reunió bajo el nombre de Camerata Fiorentina para discutir sobre el devenir del arte y la música. Concluyeron que la polifonía (varias voces sonando a la vez) reinante hasta la fecha hacía ininteligible el texto. Había que volver a un estilo más sencillo y declamado. Se retomaba el espíritu, así lo creyeron, de la antigua tragedia griega.

Pocos años después surgiría un género desconocido hasta entonces, la ópera. Desde sus orígenes incorporó las arias, para mantener una musicalidad galante, pero también un nuevo estilo llamado recitativo. En este, el intérprete, en vez de cantar, declama un texto, sin florituras ni repeticiones. Casi como si hablara. Los poetas autores de los libretos tenían, por fin, una forma de hacer evolucionar la historia, que siempre se les quedaba congelada en las arias.

El recitativo no fue una creación como tal de la ópera, porque ya existía en el canto litúrgico cristiano, y tampoco se quedó en el género lírico, ya que también se empleó en otros como el oratorio o las cantatas. Por ejemplo, las cantatas de Bach enfrentan siempre las arias con los recitativos, incluyendo corales o alguna sinfonía inicial, y en sus pasiones, los recitativos suelen estar reservados para el Evangelista.

Con el paso de las décadas, los recitativos se fueron clasificando en dos tipos: “seco” y “acompañado”. En el recitativo seco (secco), el acompañamiento musical es mínimo. Un bajo continuo con clave o cello, que permite al cantante una gran libertad para improvisar. En el recitativo acompañado (accompagnato), el texto es arropado por una orquesta por lo que el intérprete solista debe respetar los tiempos para no desviarse de sus compañeros.

La libertad que dan los recitativos, poco ligados a la música original, ha permitido que estos pudieran ser modificados con posterioridad a su estreno. Así, si una ópera no funcionaba o había algún texto que molestaba a las autoridades de turno, era mucho más fácil cambiar los recitativos que las arias. O, incluso, declamarlas en el idioma del país representado, si no coincidía con el original.

Y aunque parezca contraintuitivo, también puede haber recitativos sin texto, en obras meramente instrumentales. Igual que en muchas partituras no vocales aparece el término “arioso”, para indicar al intérprete su carácter melódico, como un aria de ópera, a veces los compositores etiquetan como “recitativo” algún pasaje de una de sus obras, o incluso un movimiento entero.

Más de cuatro siglos después de que aquella camerata revolucionara desde Florencia la Historia de la Música, los recitativos siguen estando muy presentes incluso en la música popular. ¿Acaso el rap no sería una forma moderna de recitativo?


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